(Consejos para establecer hábitos que aseguren noches tranquilas y descansadas.)
Establecer una rutina de sueño consistente es fundamental para el bienestar de los niños. Los pequeños necesitan entre 9 y 12 horas de sueño cada noche, y una rutina estructurada puede ayudarles a tener un descanso reparador. Comienza creando un ambiente tranquilo en el que el niño pueda relajarse antes de dormir. Puedes utilizar luces tenues, música suave y quizás un libro que sea de su agrado para ir preparando su cuerpo para el descanso.
Es importante que la rutina sea siempre la misma, para que el niño identifique las señales de que es hora de dormir. Esto puede incluir actividades relajantes como un baño tibio, la lectura de un cuento, o incluso practicar ejercicios de respiración profunda o estiramientos suaves para liberar tensiones. Evita la sobreestimulación antes de acostarse, como ver televisión o jugar con dispositivos electrónicos, ya que estos pueden dificultar que se relajen.
Por último, el establecimiento de horarios regulares para ir a la cama y despertar ayuda a regular el reloj biológico del niño. Aunque los fines de semana puedan ser tentadores para hacer cambios en los horarios, intenta mantener un horario consistente. De esta manera, tu hijo aprenderá a asociar ciertas actividades con la hora de dormir, lo que facilitará que se duerma más rápido y de manera más tranquila.