Alimentarte bien no tiene que ser complicado ni costoso. Pequeños cambios en tu dieta diaria pueden tener un gran impacto en tu energía, estado de ánimo y salud general.
Comienza incorporando más frutas y verduras frescas a tus comidas. Opta por cereales integrales en lugar de refinados y elige fuentes de proteína magra como pollo, pescado o legumbres. Si te resulta difícil mantener una dieta equilibrada, planifica tus comidas con anticipación y lleva snacks saludables contigo.
También es fundamental mantenerse hidratado: toma al menos 8 vasos de agua al día. Recuerda, una buena alimentación es un acto de amor propio y una forma de cuidar tu cuerpo para afrontar cada día con fuerza y vitalidad.